Ciudad de México sigue siendo el lugar preferido como residencia para muchos artistas. Allí reside Elisa Pinto, artista mexicana cuya obra gira entorno al vínculo entre el color y lo emocional, a lo autobiográfico y el autoconocimiento. Hoy, la Fundación Casa Wabi acoge su instalación Habitación.
Elisa Pinto estudió en la Universidad Autónoma de Baja California, en México, y amplió su formación con su posgrado en HISK, Bélgica (2019-2021). Sus comienzos experimentales con el collage la acercaban a lo natural y accesible, y esa estela de combinar materiales y técnicas es la que gobierna hoy en día en sus instalaciones.
Hablamos con Elisa Pinta sobre color, arte contemporáneo mexicano, Casa Wabi, y sus perspectivas de arte y narrativas.
"Chromatic Affirmations" series. Por la artista Elisa Pinto. 2022. Cortesía de Elisa Pinto
Suele decirse que el arte es un reflejo del alma de los artistas, y luego existen corrientes que reclaman el arte exento de narrativa más allá de lo que percibimos visualmente. ¿De qué premisa parte tu obra? ¿Qué nos cuenta de Elisa tu proceso artístico?
Mi obra ha girado en torno a lo autobiográfico, al dolor físico y emocional, al vínculo entre color y emociones, la creación de nuevas memorias, la sanación y lo espiritual.
Uno de mis mayores pasos ha sido conocerme más como artista a través de producir obra, mostrarla, y conocer a otrxs artistas y sus procesos creativos. El postgrado en HISK fue también un paso importante en mi camino.
Tu obra contiene elementos de la abstracción, pero también incluso diríamos que comenzaste con elementos Pop, mezclando el color con la fotografía o el periódico. ¿Quiénes han sido tus grandes influencias artísticas a lo largo de los años y qué inspiración has encontrado en ellas? ¿Qué fue lo que te impactó, inspiró y conectó a ellas?
Una de las primeras cosas que hice fue intervenir libros viejos de medicina con plastas de color, muy al estilo de John Baldessari. Me gustaba cómo, con algo tan simple como el color, se podían generar nuevas lecturas.
De Mark Manders, me gusta la sensación de nostalgia o melancolía que se percibe en sus obras. De Hilma Af Klint me encanta su proceso creativo y cómo fue fiel a su visión espiritual. Peter Fischli y David Weiss me inspiran por lo lúdicos y sueltos que son en su práctica; sus obras se sienten auténticas, como un juego. Otros artistas que admiro y que me inspiran son Alicja Kwade, Abraham Cruz Villegas, Danh Vö, Tarek Atoui, Haegue Yang y Monika Sosnowska. Me interesa mucho cómo usan materiales diversos y cómo sus obras comunican sin necesidad de leer un statement. Hay una fuerza en los objetos que habla por sí sola.
¿Qué hay de ti y de tu identidad en tu obra, así como del contexto sociocultural mexicano? ¿Qué influencias existen de tus raíces y cómo lo plasmas en tus creaciones? ¿Existen otros contextos particulares que hayan influido e influyan?
Creo que mi identidad está muy presente en lo que hago, aunque no siempre de forma literal. Me interesa que mi obra se perciba de forma universal, no tanto desde la lógica sino desde algo más intuitivo o inconsciente. El color ha sido una herramienta importante para lograr esto.
El contexto sociocultural mexicano ha influido en algunas series de obra, como en Gimnasio Metafísico, donde retomé ciertas creencias y rituales. El pensamiento mágico, tan presente en nuestra cultura, ha influido bastante en mi práctica. Por ejemplo, he usado el péndulo como herramienta o guía para tomar desiciones técnicas o estéticas. Fuera de eso, diría que mi obra no está tan directamente relacionada con lo mexicano, sino más con experiencias personales y búsquedas más internas.


Instalación "Habitación" en la Fundación Casa Wabi. Por la artista Elisa Pinto. 2025. Cortesía de Elisa Pinto y Fundación Casa Wabi
Tu obra parece interrumpir lo cotidiano con vacíos y/o relieves de color aplicado, de tal manera que consiguen transmitir ternura y cercanía, ¿A qué evolcan esas interrupciones y penetraciones de color sobre el papel o la foto? ¿Qué hay de romper las estructuras a través del color?
Me gusta trabajar con degradados de color porque siento que funcionan como transiciones emocionales. El uso del color en mi obra es casi siempre intuitivo, al igual que el uso de materiales. Sin embargo me detengo a pensar más en el significado de los materiales y cómo se relaciona con lo que quiero decir.
Me interesa el color como una forma de afecto, pero también como una herramienta que puede alterar o romper una estructura, suavizarla, hacerla más vulnerable o más viva.


"Chromatic Affirmations" series. Por la artista Elisa Pinto. 2022. Cortesía de Elisa Pinto
¿Cómo fue evolucionando el uso del color en tu obra? ¿Cómo llegaste al punto de necesitar materializar a través de instalaciones, como pueden ser Habitación o Mariano Escobedo 512?
Ha evolucionado de forma intuitiva. Creo que los temas que toco son importantes para mi pero también son un pretexto para solo hacer. En Mariano Escobedo, una instalación de paredes móviles, exploré con diferentes materiales y colores para crear atmósferas ligadas a memorias de la infancia. En Habitación, el color en las persianas creo que tiene mas peso que los demás elementos, por eso no quise saturar con demasiados objetos. La obra explora el apego afectivo que le ponemos a los objetos y espacios. En especial el dormitorio como un santuario de emociones y memorias.
Instalación "Habitación" en la Fundación Casa Wabi. Por la artista Elisa Pinto. 2025. Cortesía de Elisa Pinto y Fundación Casa Wabi
Actualmente Habitación se encuentra acogida por Casa Wabi, una de las fundaciones de arte más importantes en el marco de arte contemporáneo de México, pero también en el marco internacional. ¿Qué significa y supone para ti este hito? ¿Qué puedes contarnos de Habitación?
Estoy muy agradecida con Casa Wabi y con Dakin Hart por darme la oportunidad de exponer ahí. Para mí es un honor presentar mi trabajo en un espacio tan especial, que tiene gran visibilidad y reconocimiento.
Habitación es una pieza de 2021 que presenté en Bélgica, en un espacio muy amplio, de muros blancos. Desde el principio supimos que no iba a caber por completo, así que tuvimos que repensar cómo acomodarla. Esa limitación terminó dándole algo especial a la instalación: me gusta cómo se desborda y atraviesa las ventanas, como si necesitara salir del espacio, extenderse más allá.
Utilicé tubos de cobre para dibujar mi habitación en el espacio. Habla sobre la carga afectiva que proyectamos en los objetos y en los espacios que habitamos. Para mí, el dormitorio es el lugar más íntimo de una casa, un espacio que guarda emociones, memorias y vínculos.

Instalación "Habitación" en Higher Institute of Fine Arts. Por la artista Elisa Pinto. 2021. Foto Tom Callemin. Cortesía de Elisa Pinto
Los diferentes elementos hacen referencia al contenido emocional en los objetos, las personas y relaciones, su presencia y ausencia. Hay un detalle que a veces pasa desapercibido, un hilo de estambre que atraviesa las persianas. Ese estambre lo tomé de una cobija que tejió mi mamá y que me regaló. Después me di cuenta de que ese hilo parecía un cordón umbilical, lo que le dio un nuevo significado a la pieza: habla del cuidado materno, de la conexión con la madre y de cómo ese lazo sigue presente, incluso en lo más cotidiano.


Instalación "Habitación" en la Fundación Casa Wabi. Por la artista Elisa Pinto. 2025. Cortesía de Elisa Pinto y Fundación Casa Wabi
Desde tu percepción como artista pero también como observadora, ¿cómo intercepta el color? A lo largo de los años, ¿qué has podido observar en lo que ocurre cuando el color nos interpela? ¿Crees que tiene la capacidad de modificar maneras de ver y de habitar el mundo?
Desde mi percepción, el color tiene una manera muy directa y a la vez muy sutil de interceptar. A veces entra sin pedir permiso, como una sensación que pasa por los ojos y llega al cuerpo antes de que podamos ponerle palabras.
Con los años he notado que el color nos interpela de formas muy distintas, dependiendo del momento, del estado emocional o del contexto cultural en el que lo vemos. A veces puede generar consuelo, otras veces incomodidad o incluso energía. Creo que el color tiene una especie de lenguaje propio que no siempre entendemos desde lo racional, pero que igual nos afecta.
Sí creo que el color puede modificar la manera en que vemos y habitamos el mundo. No solo por su carga simbólica o cultural, sino por la experiencia sensorial que genera. Puede volver un espacio más amable, una imagen más poderosa, un objeto más cercano. En mi trabajo lo uso como una forma de abrir posibilidades, de provocar pequeñas alteraciones que inviten a mirar de otra forma o a sentir distinto.

Serie "Desires". Por la artista Elisa Pinto. Cortesía de Elisa Pinto
Si hablamos de ti como Elisa Pinto, artista mexicana, ¿Qué significa crecer y desarrollarse como una mujer artista en México?
Significa oportunidad pero también un reto. He notado que, en el arte contemporáneo, cuando se habla desde lo emocional, lo intuitivo o lo espiritual, no siempre se toman en serio. Hay todavía cierta resistencia o prejuicio hacia ese tipo de lenguajes.
Aun así, he visto un cambio. Cada vez más artistas, curadores y públicos se interesan en explorar lo sensible, lo invisible, lo vinculado al cuerpo y a la emoción. Para mí, desarrollarme como artista en este contexto ha sido también un proceso de confiar en mi voz, en la forma en que quiero abordar el arte, aunque no siempre encaje dentro de ciertos círculos.
Ser mujer artista en México, es también un acto de insistencia y de intuición: seguir creando desde lo que te mueve, incluso si no es lo más fácil de explicar o justificar.


Serie "Desires". Por la artista Elisa Pinto. Cortesía de Elisa Pinto
¿Cómo ves la evolución del arte contemporáneo mexicano? ¿Cuál es el legado del mismo y cuáles son las perspectivas de arte en el país? ¿Cómo crees que está evolucionando?
Veo el arte contemporáneo mexicano en un momento muy activo y diverso. Hay muchísimas voces trabajando desde distintas perspectivas, y eso lo vuelve muy rico. Me parece interesante cómo ha dejado de centrarse solo en los grandes centros como la Ciudad de México, y ahora también hay prácticas valiosas en otras partes del país, más conectadas con contextos locales, con otras narrativas y otras formas de producir.
Siento que uno de los legados más fuertes del arte contemporáneo en México es su capacidad de adaptarse y reinventarse desde la precariedad, desde la colectividad y lo afectivo.
Respecto a las perspectivas, creo que estamos en un momento donde se están cuestionando muchas estructuras: los modelos de exhibición, los sistemas de validación, las jerarquías entre disciplinas. Creo que hay un interés creciente por lo sensorial, lo ritual, lo emocional, lo colaborativo y la diversidad de genero. En lo personal, me interesa mucho esta apertura hacia lenguajes más intuitivos, donde también caben el silencio, la pausa, lo espiritual, lo invisible. Me parece que el arte contemporáneo mexicano está en un proceso de expansión, donde caben muchas maneras de ver y habitar el mundo.
¿Un color?
Rosa claro.